Pues como iba diciendo, cay≤ el peque±o en su letargo, inclinando la cabeza sobre el pecho y entonces vio que no estaba solo. A su lado se sentaba una persona mayor. ┐Era el ciego? Por un instante crey≤ Luis que sφ, porque tenφa barba espesa y blanca, y cubrφa su cuerpo con una capa o manto... Aquφ empez≤ Cadalso a observar las diferencias y semejanzas entre el pobre y la persona mayor, pues Θsta veφa y miraba y sus ojos eran como estrellas, al paso que la nariz, la boca y frente eran idΘnticas a ~as del mendigo, la barba del mismo tama±o, aunque mßs blanca, muchφsimo mßs blanca. Pues la capa era igual y tambiΘn diferente; se parecφa en los anchos pliegues, en la manera de estar el sujeto envuelto en ella; discrepaba en el color, que Cadalsito no podφa definir. ┐Era blanco, azul o que demonches de color era aquΘl? Tenφa sombras muy suaves, por entre las cuales se deslizaban reflejos luminosos como los que se filtran por los huecos de las nubes. Luis pens≤ que nunca habφa visto tela tan bonita como aquΘlla. De entre los pliegues sac≤ el sujeto una mano blanca, preciosφsima. Tampoco habφa visto nunca Luis mano semejante: fuerte y membruda como la de los hombres, blanca y fina como la de las se±oras... El sujeto aquel, mirßndole con paternal benevolencia, le dijo:
